Estimular los sentidos

Estimular los sentidos


Son 5 los sentidos... todos y cada uno de ellos son básicos para nuestra existencia y subsistencia pero además para nuestro goce, deleite, placer. Nos seducen, nos proporcionan un agasajo, una invitación al regocijo y festejo de la vida.

Por eso hoy quiero hablar del sentido del olfato.. desde
el olor de nuestra madre, pasando por la cocina y con una profunda inspiración el disfrute del olor a tierra
mojada después de la lluvia.. todo nos remite a los aromas.. y los aromas nos llevan a los perfumes.. y los perfumes a la seducción, el embrujo, el e
ncantamiento, el ritual.. la ducha refrescante, el aroma natural de nuestro cuerpo y la mezcla de ese aroma con
nuestra
fragancia favorita.. o la esencia esa que nos evoca y convoca a momentos especiales...


La historia del perfume es muy antigua... Ramón Planas y Buera tiene un Museo del
Perfume en Barcelona y él sostiene la teoría de que “todo comenzó en la prehistoria, el día que uno de aquellos hombre primitivos encendió una hoguera para calentarse o para alejar las fieras que pudieran acecharle y, por pura casualidad, encendió algunas ramas o resinas de un árbol y éstas comenzaron a desprender un olor agradable, un olor inédito que nunca antes había sentido nadie. Quizás el hecho de encontrarla tan
agradable y de que el humo se elevase al cielo, les hizo pensar en utilizarlo como ofrenda a las divinidades”.

Historia del Perfume

De pronto unos efluvios perfumados nos trasladan hasta los confines lejanos de la civilización...La historia del perfume acompaña la de la humanidad: sirve de trueque, de protección contra las enfermedades, de poción mágica, de mensaje amoroso...el perfume
es en cada
época, el testigo de una sociedad y nos aporta cierta información relativa a su tipo de comercio, de medicina , de rituales y también de sensualidad. Un mundo sin perfume sería un mundo sin historia.

El siglo XVll es el culpable de que el perfume fuera cambiando su función de ofrenda a los dioses, conservación de los muertos y aderezo erótico a la de “tapaolores” desagradables.

Las crónicas muestran cómo en Versalles, entre pesadas arañas de cristal, espejos
biselados y ricos tapices, flotaba toda clase de olores non sanctos. Y bajo la peluca de cortesanos y cortesanas una fauna diminuta pero irritante exigía la frecuente tarea de un rascador. Los perfumes servían para desviar la atención de esos efluvios demasiado
humanos.

La primera agua de colonia elaborada en Francia había aparecido en 1390 y se llamaba Agua Húngara, una mezcla de trementina, romero, cedro y aloe. En el siglo XVlll Jean Marie Farinas inventó el agua colonia y Jean François Houbigant instaló un local en el Fauburg Saint Honoré por donde pasaba el tout Paris aunque llevara, como dice una opereta, “peluca rubia y cuello negro”.

Hoy el perfume todavía es sinónimo de París, aunque sus principales productores sean ciudades como Grasse o Montpellier. Grasse es el lugar que eligió el novelista Patrick Suskind para situar los crímenes de un perfumero del siglo XVlll llamado Grenouille, que
fabricó una esencia con los fluidos de 24 vírgenes asesinadas, obteniendo un aroma irresistible (Su novela El perfume continúa siendo un best seller mundial).

Aunque Italia y los EE.UU. le dedican gran interés a la industria perfumera, es en Francia donde conserva mayor importancia: es la tercera exportación, luego de Renault y la industria nuclear.

Dicen que la fantasía de quien se hace perfumero es la creación de un producto que, más allá de su valor estético, sea causa de una inevitable atracción sexual. Calvin Klein se animó a realizarla creando Obssesion, que contiene estrógenos. Otros productos encubren con su refinamiento un origen vagamente inquietante. El almizcle, por ejemplo, se extrae de las glándulas abdominales de una cabra tibetana, la algálea de una región cercana a los órganos
sexuales del gato de Algálea y el ámbar gris, directamente del intestino de los cachalotes.

Antes de la industrialización de la porcelana y del vidrio, los envases de perfume eran de piedras amorosamente talladas: alabastro, ópalo, diorita. El estilo rococó impuso los arlequines de porcelana cuya cabeza era un tapón. Los alemanes hacían perfumeros de lapislázuli en forma de pera y en Francia se impuso envolver el frasco en olorosas cajitas hechas con cáscara de bergamota. Pero en 1880 fue la intervención del vidriero Lalique, quien recibió un pedido del perfumista François Coty, la que decidió el envase moderno.

Luego las cristalerías de Baccarat y Saint Louis les Bitche enfrascarían los aromas que años
tras año lanzarían los artistas perfumeros. En tiempos de la segunda guerra la gente olvidó muchas cosas pero no el Chanel nº 5; ese perfume sintético que se hizo símbolo de París. Durante la ocupación alemana, decenas de gigantes de uniforme mejoraban sus modales
para ir a comprar un frasquito a lo de Chanel. “Allí se apretujaba una multitud de
compradores de uniforme –cuenta Edmonde de Roux, biógrafa de Coco–. Cuando el Chanel nº 5 faltaba, los extraños turistas se conformaban con robar de los estantes frascos ficticios con la marca de las dos C entrelazadas. Siempre lo mismo. Algo para llevarse. Un recuerdo de la ocupación, como quien dice, un artículo de París. Cuando Chanel murió y se hicieron cuentas se llegó a la conclusión que con solo su nº 5 había facturado quince millones de dólares.

Marilyn Monroe, en una visita a Japón, confesó a un periodista que para dormir sólo se
ponía unas gotas de Chanel Nº 5. La actriz más glamorosa del mundo y uno de los iconos más universales del cine, se rendía a los encantos de ese mágico número cinco.

Hay costumbres que atraviesan los siglos y que se conservan contra viento y marea. Por ejemplo, la de colocar perfume en el dobladillo de los vestidos y en el forro de los tapados de piel
. Respecto de dónde es aconsejable ponerse perfume hay un eterno debate: si en
todos los huecos del cuerpo o sólo una gota tras el lóbulo de la oreja. Chanel fue mucho más precisa: uno debe ponerse el perfume en las
partes donde quiere ser besado.

Chanel N°5

Hay aromas universales, fragancias para las que no pasa el tiempo. Y Chanel Nº 5 es una de ellas, quizá el perfume que más sensaciones despierta, el más conocido, el que más veces se ha regalado y el que más sueños despierta entre las mujeres.

Descripción:
Desarrollado por Chanel en 1921, Chanel N°5 es un perfume compuesto por una mezcla de notas aldehídico y florales, es el primer perfume que mezcló esencias de flores con aldehídos, sustancias obtenidas por síntesis química que dan a las materias primas naturales mayor ligereza.

El aroma de Chanel Nº 5 es una composición de flores a base de pétalos de rosas de mayo, jazmín de Grasse y notas de madera de sándalo, vetíver y vainilla.

Coco Chanel no quería un perfume que evocara una sola flor, prefería algo más “artificial”, una composición más elaborada, por eso, el perfumista Ernest Beaux empleó en esta fórmula mágica de aldehídos obtenidos por síntesis química, descubiertos y utilizados desde finales del siglo XIX, y que subliman de una forma única las notas más embriagadoras de las flores.
Chanel Nº 5 acabaría convirtiéndose en uno de los símbolos del siglo XX, en 1959, gracias a la estética perfecta de su frasco, Chanel Nº 5 entró a formar parte de la colección del Museo de Arte Moderno de New York. Poco después, Andy Warhol inmortalizó su frasco en una serie de nueve serigrafías.

Un poco de Historia.

En 1921, el perfumista Ernest Beaux propuso a Gabrielle "Coco" Chanel dos series de fragancias en frascos numerados. Mademoiselle Chanel le había pedido que creara “un perfume de mujer con olor a mujer”. Probadas todas las muestras, Chanel eligió la número cinco.

Se dice que Beaux encontró la inspiración olfativa de este perfume hacia 1920, durante el regreso de una campaña militar en la que tuvo que atravesar el Círculo Polar. Era la época del sol de medianoche y el perfumista intentó capturar la frescura que desprenden los ríos y los lagos durante aquellas fechas.

Al principio, el perfume fue distribuido entre las amigas de Coco Chanel y las mejores clientas de su famosa boutique de alta costura. Era, simplemente, un “pequeño regalo que no tenía intención de comercializar”.

El perfume más caro del mundo


Entre los perfumes de alta gama, el Clive Christian Imperial Majesty, es uno de los productos más exclusivos y que más seguidores tiene en el segmento del lujo. Está catalogado como el perfume más caro del mundo y su precio ronda los 140.000 euros, en su frasco de 100 ml.

Su alto valor lo sitúa en el libro Guinness de récords, por lo menos hasta que salga al
mercado una fragancia que lo supere en precio. El mismo, se vende en la lujosa tienda Saks, de la Quinta Avenida de Nueva York, y es una fragancia que sólo se comercializa bajo pedido expreso.

El creador de esta original fragancia, El Imperial Majesty, es el diseñador británico Clive Christian, y originalmente, es un perfume para mujeres.

Entre sus usuarios, se encuentra la actriz Katie Holmes, quien lo usara el día de su casamiento con Tom Cruise.

También cuenta con su versión para hombres, realizada en base a sándalo de la India.

¿Pero, cual es la carcterística que hace que este perfume cueste lo que cuesta?

Lo principal: la fama de ser el perfume más caro del mundo. Otra de sus lujosas características, es que viene presentado en un envase de cristal de la marca Baccarat, con incrustaciones de diamantes blancos y fragmentos de oro de 18 kilates.

También, los hay en tamaños más pequeños, para los bolsillos más austeros. Por ejemplo, el envase de 49 ml, aunque menos concentrado que la fragancia original, cuesta 590 euros, y el de 29 ml con vaporizador, unos 1600 euros.

El aroma, segun dicen los que han tenido el privilegio de probarlo es exquisito. En él se puede apreciar notas de vainilla, fermentadas en Tahití, con una ligera mezcla de limón, cardamomo, jazmín, bergamota y laurel, muy floral, especial para la época de primavera-
verano.

Tanto la verisón para el hombre como la de mujeres, son fragancias exóticas y un complicado proceso de elaboración, que conlleva un año completo.

No es un perfume nuevo, posee ya una larga historia, ya que el mismo ha sido creado en el año 1872 por pedido de la Reina Victoria de Inglaterra, y en la década del 20´, las mujeres de las clases altas, ya lo utilizaban y era un símbolo de estatus.

También fue elegido por los pasajeros que viajaban en primera clase en el Titanic, ya que estaba considerado como un producto de lujo, fijaros hasta que punto llegaba, que las damas lo utilizaban como joya luciéndolo en el escote prendido al corsé para que el resto
de tripulación lo viese.

Bueno.. digamos que no está al
alcance de cualquiera.. pero que no esté a nuestro alcance no quiere decri que no me gustaría, en particular, poder aspirar por unos segundos ese aroma tan especial!! aaah!! por favor.. cuando se acabe su botella ¿¿me guardaría el embase??

Un paseo de buen gusto:


Elsa Salgado